Esto sí que fue un partidazo de los que te dejan sin aire. Los Boston Celtics le pusieron freno a la racha de 13 victorias seguidas de los Detroit Pistons en un choque durísimo que se decidió en los segundos finales en el TD Garden. Los verdes se impusieron con un cierre de manual, tirando de carácter y defensa en los momentos en los que más quemaba el balón.
El dueño del escenario fue Jaylen Brown, que se fue hasta los 33 puntos y 10 rebotes, castigando por dentro y por fuera cada vez que Detroit aflojaba un poco. A su lado, Derrick White firmó una segunda parte brutal con 27 puntos, 25 de ellos tras el descanso, encadenando triples y penetraciones que mantuvieron a Boston por delante cuando los Pistons amenazaban con remontar.
Detroit, liderado por un valiente Cade Cunningham, no se rindió en ningún momento. Del 10 abajo pasaron a tener el partido a una sola posesión, pero en el tramo final los tiros libres de los Celtics y una buena defensa sobre Cunningham en la última jugada marcaron la diferencia. La racha se rompió, pero el mensaje de los Pistons es claro: ya no son ninguna comparsa en el Este.
Para Boston, esta victoria sabe a aviso al resto de la conferencia: incluso sin estar a pleno gas, siguen sabiendo ganar partidos apretados ante equipos en plena forma. La web oficial de los Celtics habló de un triunfo “a base de dureza y paciencia”, y viendo cómo se defendió ese último minuto, cuesta discutirlo.
Momento del gran partido de Boston
En Detroit, la derrota duele por cortar una racha histórica, pero no borra lo que han hecho estas semanas: 13 triunfos seguidos y el respeto ganado por una plantilla joven y descarada. El vestuario ya mira al siguiente partido con la idea clara de demostrar que esto no fue solo un calentón de inicio de curso.
La sensación que deja el choque es de playoff adelantado: físico, ajustes constantes y estrellas respondiendo cuando el crono aprieta. Si este es el nivel de noviembre, lo que viene en primavera puede ser puro espectáculo.
